Uno de ellos despega y vuela de un continente a otro, a unos 10 000 metros de altitud y a 900 kilómetros por hora. El otro permanece en el suelo, en hoteles de alta gama, grandes cocinas y comedores por todo el mundo, lavando hasta 210 cestas por hora. Hablamos de un avión de pasajeros y del lavavajillas de transporte de cestas UPster K de MEIKO. Aunque no se aprecia a primera vista, ambos tienen algo en común. El secreto está en una cinta de sellado, una espuma de silicona con adhesivo acrílico en un lado. Pero, ¿cómo ha llegado hasta la tecnología de lavado desde la tecnología aeronáutica? Durante la fase de desarrollo del UPster K, su estructura modular supuso un reto para nuestros ingenieros: ¿cómo sellar lo mejor posible las piezas de chapa metálica de los módulos adyacentes? Especialmente teniendo en cuenta los desniveles de las superficies de sellado. El material de sellado que buscaban debía ser adaptable, fácil de colocar y duradero. Además, debía soportar variaciones de temperatura, ya que en los lavavajillas comerciales prevalecen temperaturas del agua de entre 60 y 85 ºC. También debía recuperar su forma original lo más rápido posible tras sufrir posibles deformaciones. Estos requisitos no son muy distintos a los del sellado de una aeronave. Y así es como se decidió utilizar la misma cinta de sellado que en la aviación. Después de todo, la promesa de calidad de MEIKO incluye el uso de los mejores materiales. Por este motivo, «Made by MEIKO» es una distinción de valor y fiabilidad. Un compromiso con la mejor tecnología y los mejores materiales, siempre respetando el medioambiente. En todos los centros de producción repartidos por todo el mundo.